Xavier Brun – Expansión

El cálido otoño que estamos viviendo parece tener su paralelismo en la economía española. El PIB español ha crecido un 0,5% el tercer trimestre, situándose la tasa interanual en un 1,6%. Parece ser que los nubarrones se han disipado, pero, ¿del todo?. Me atrevería a decir que casi. Si las cosas no se tuercen, la economía española ha entrado en una senda de crecimiento. Pero para sustentarlo hemos de ver de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos.

¿De dónde venimos? Aquí no hay nada que no se sepa. Si nos remontamos al período 2008-2011, España estaba en medio de la tormenta perfecta: crecimiento nulo o negativo, endeudamiento público y privado en máximos, poca competitividad, etc. Frente a este escenario, e igual que haría una familia cualquiera, se realizaron tres cosas. La primera fue apretarse el cinturón. Como resultado fuerte reducción del consumo privado -2,8% en 2012 y -2,1% en 2013. La segunda fue reducir la enorme deuda del sector privado. El crédito total en manos privadas – personas y empresas – pasó de 1.870 mil millones en diciembre de 2008 a 1.423 mil millones a junio de 2014, todo ello con independencia que el Banco Central Europeo bajase tipos de interés del 2,5% al 0,05%. Y la tercera fue la valentía de los empresarios. Éstos empezaron a calzarse las botas, ponerse la mochila y recorrer el mundo en busca de clientes fuera de nuestras fronteras. Gracias a ellos (y a la reducción salarial de muchos españoles), las exportaciones empezaron a crecer a ritmos del 2,1% en 2012 y 4,9% en 2013, se empezaba a definir la senda de crecimiento.

¿Dónde estamos? Paralelamente al incremento de las exportaciones, la reducción de la deuda privada permitió trasladar el ahorro (o devolución de deuda) a consumo. De aquí que hoy día el relevo del crecimiento pase del sector exterior al sector privado. El consumo de los hogares ha pasado de tasas negativas del -2,1% en 2013 a crecimientos del 1,7% el primer trimestre del 2014 y del 2,4% el segundo trimestre. La senda de crecimiento se está afianzando, los nubarrones se disipan.

¿Dónde vamos? Si el consumo de los hogares y las exportaciones se mantienen en crecimientos positivos permitirá aumentar los beneficios de las empresas. De hacerlo, éstas podrán invertir en activos productivos. Parece ser que esta situación ya se ha iniciado y la Formación Bruta de Capital Fijo (maquinaria, naves…) ha pasado de terreno negativo a crecimientos del 1,2% el segundo trimestre del año y se prevé que alcance el 3,2% el primes trimestre del año que viene. De hacerse reales estas previsiones podremos empezar a hablar del inicio de la reducción del desempleo, tímida reducción pero en el buen camino. Será entonces cuando diremos que los nubarrones han dejado paso al sol.

Pero el camino no es plácido. Hoy día estamos inmersos en una fase de desapalancamiento de los países desarrollados (la última vez fue en los años 30). El sector privado parece que está haciendo los deberes, ahora le toca al sector público. Pero no los hará mientras continúe teniendo números rojos a final de año, léase déficit público, que harán aumentar la deuda. Para ello no hay que reducir gasto sin tocar los pilares productivos (I+D, Educación, Sanidad).

Si tenemos en cuenta que el consumo privado crece poco, el consumo público disminuye, que los costes logísticos disminuyen gracias a la bajada del petróleo y que el balance del Banco Central Europeo disminuye, nos es de extrañar que el último dato de la inflación (o mejor dicho, deflación) haya sido -0,1%.

Ahora que algún nubarrón aparece en el horizonte es momento de atajar el problema: reducción del gasto público vía aspectos no productivos (duplicidades, Ave, aeropuertos) y ayuda temporal del Banco Central Europeo.

El tiempo nos dirá si el desapalancamiento fue o no bueno. Mientras tanto parece que las empresas internacionales poco endeudadas tienen un buen comportamiento en los mercados. 

Fuente: Expansión