Tras las fuertes caídas de febrero y marzo decidimos trasladar la posición en valores americanos con sesgo value hacía valores donde la crisis global afectase en menor medida o incluso se beneficiasen de ella, como son el sector salud y el sector tecnológico. Lo implementamos a través del fondo AB American Growth.

También incrementamos la exposición en renta variable entrando en empresas que se beneficiaran de la tendencia a la robotización, tendencia que creemos se verá reforzada tras la crisis (fondo Pictet Robotics).

Además, aprovechando la amplitud de los spreads de crédito y considerando que el Banco Central Europeo no dejará que una crisis de solvencia pueda entrar en escena, decidimos invertir en renta fija corporativa europea a través del fondo DPAM BONDS EUR CORPORATE HIGH YIELD «F» (EUR) AC.

Todos estos cambios han dado sus frutos con rentabilidades que superan a sus índices de referencia.

Y ¿ahora qué?

Creemos que a corto la volatilidad seguirá muy presente.

Los mercados se han comportado muy bien en el último mes, la rentabilidad de las carteras da fe de ello, pero los datos macroeconómicos son muy malos y una constante en las publicaciones de resultados de compañías del primer trimestre, es la poca o nula visibilidad de sus previsiones.

Pensamos que lo más sensato, llegados a este punto, es proteger el patrimonio, ya que una forma de ganar es no perdiendo. En este entorno las carteras perfiladas han salido reforzadas en términos de rentabilidad y la mejor decisión que podemos tomar es disminuir la ponderación en renta variable y esperar que el mercado nos vuelva a dar mejores oportunidades de entrada, ya que como dicta el refrán: “sell in may and go away”.

Por ello, a lo largo de esta semana, hemos decidido bajar el peso en los fondos con sesgo europeo para mantener mayor diversificación geográfica.